domingo, 14 de abril de 2013

ROSA Y LA ESPONTANEIDAD



ROSA Y LA ESPONTANEIDAD

Este año se cumplen 90 años del asesinato de Rosa Luxemburgo. Queremos recodarla en este segundo número de Temas  a través de un breve repaso de su obra teórica. Revolucionaria, comunista, agitadora y escritora de alto vuelo. “El águila” de Lenin, que pagara con su vida su compromiso por un mundo mejor. Por diferentes circunstancias su pensamiento ha sido marginal dentro del movimiento comunista. Sus polémicas con Lenin[1] y los bolcheviques- dadas en forma fraterna y directa- llevaron a que en diferentes momentos sus ideas fueran deformadas por tirio y troyanos.
Breve biografía
Rosa nació el 5 de marzo de 1870 o 1871 en Zamosc (Polonia), en el medio de una familia numerosa (tenia 5 hermanos). Su padre era dueño de un  aserradero. En su casa se hablaba alemán y polaco, Rosa aprenderá además desde temprana edad el ruso. En 1873 su familia se traslada a Varsovia. Será a los 5 años que contraerá la enfermedad en la cadera, y que por motivo de un mal diagnostico, hará que cojee toda su vida.  A los 13 años ingresa a la escuela secundaria para mujeres y se gradúa en 1887 con excelentes calificaciones. Fue durante sus estudios secundarios que empezó a actuar en el movimiento revolucionario clandestino. Ingreso al partido proletario aliado del movimiento narodnik (populista). En 1889 cuando por sus actividades su arresto es eminente decide abandonar Polonia. En Zurich ingresa a la Universidad y en 1897 se doctora en ciencias políticas. Ese mismo año se casa con Gustav Lubeck con la intención de obtener la ciudadanía alemana.
En 1892 estuvo entre los fundadores del Partido Socialista Polaco (PSP). Sus diferencias con el grupo formado estuvieron en torno al tema de las luchas nacionales.  Rosa pensaba que pelear por la independencia de Polonia era caer en la trampa que debía evitarse porque ponía al movimiento obrero de furgón de cola  de la burguesía. En 1894 rompe con el PSP y funda el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia que 5 años más tarde se convirtió en el Partido Socialista Democrático de Polonia y Lituania.
Su militancia dentro del poderoso Partido socialdemócrata alemán[2] no fue fácil al principio por su triple condición de: extranjera, joven y mujer.  La dirección del partido trato de ubicarla dentro de la organización femenina de PSDA, situación a la que se negó  más allá de su amistad con Clara Zetkin[3].
Su inteligencia y habilidad retorica, le fueron ganando espacios y se convirtió en un dirigente respetado dentro del partido. El PSDA participó en el ala izquierdista  enfrentado directamente la teoría revisionista de Berntein como se puede leer en “Reforma o revolución” .  En los primeros años del siglo XX Luxemburgo comenzó a enseñar marxismo y economía en el centro de formación teórica del Partido, de ahí proviene los materiales que sintetiza en  “la acumulación del capital”.
El estallido de la primera guerra mundial la encontrará junto con Lenin enfrentando la postura de la mayoría de la socialdemocracia de participar de la “unión sagrada”. Junto con Karl Liebknecht, Clara Zetkin y  Franz Mehring  creara en 1916 la liga espartaquista, embrión del futuro partido comunista, que intentará generar una huelga general para detener la guerra.  Sus ideas y accionar la convertían en un peligro para el gobierno burgués por los que es encarcelada entre 1916 -1918.
El enfrentamiento al revisionismo         
En 1899 aparece “las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia” de Bernstein. El autor quería demostrar que el socialismo es el heredero radical de liberalismo, por los que su objetivo debe ser el perfeccionamiento progresivo de la democracia. En ese marco no tiene sentido reclamar el poder solo para el proletariado.
Bernstein veía que era improbable el hundimiento del capitalismo debido a su capacidad de adaptabilidad.  Para él los  mecanismos son:
La desaparición de las crisis generales. Producto del desarrollo del crédito, la organización de las empresas, transportes y transmisión de noticias
La existencia de las capas medias y el crecimiento de las mismas
La elevación de la situación económica del proletariado producto de la lucha sindical
De hecho Berstein negaba la necesidad objetiva del socialismo. Su razonamiento confundía  la esencia de  la explotación capitalista capital-trabajo con la posibilidad concreta de lograr una mejor redistribución de la riqueza producto de la lucha sindical y las reformas políticas.
Como contrapartida Luxemburgo  plantea la justificación científica del socialismo basada en
La anarquía de la economía capitalista que se convierte su decadencia en inevitable
La socialización progresiva del proceso de producción
La organización y conciencia de la clase obrera
Al atacar el primero planteaba la adaptabilidad del capitalismo Bernstein quito la necesidad objetiva de la existencia del socialismo.

“Surge aquí la gran cuestión: ¿Por qué y cómo llegamos al objetivo final de nuestro empeño? Desde el punto de vista del socialismo científico la necesidad histórica de la revolución socialista se manifiesta, sobre todo, en la anarquía creciente del  sistema capitalista, que conduce a éste a un callejón sin salida. No obstante, si se admite, con Bernstein, que el desarrollo capitalista no marcha hacia su propia destrucción, entonces el socialismo deja de ser una necesidad objetiva; de los pilares de su fundamentación científica únicamente le restan las otras dos consecuencias del orden capitalista: la socialización del proceso de producción y la conciencia de clase del proletariado. A esto se refiere asimismo Bernstein al decir: "El mundo teórico del socialismo no pierde absolutamente nada de su poder de convicción con la eliminación de la teoría de la catástrofe; puesto que, pensado con más " detenimiento, ¿qué son en realidad todos los factores de elimina­ción o modificación de las antiguas crisis que hemos mencionado? Todas ellas cosas que son presupuestos, y al mismo tiempo resultados, de la socialización de la producción y el intercambio"”[4]

Es claro que el ataque del revisionismo es contra la base objetiva del socialismo. Le quita su justificación histórica. El socialismo se convierte en un desenvolvimiento teórico. El carácter científico es esencial.[no es casual que hoy se lo ataque desde el método y desde el sujeto social de los cambios]

“En una palabra, lo que se nos ofrece de este modo es una  justificación del programa socialista a través del "conocimiento puro", esto es, en términos simples, una justificación ideológica que hace desaparecer la necesidad objetiva, o sea, la justificación a través de la marcha del desarrollo social material. La teoría revisionista se enfrenta con una disyuntiva. O la transformación socialista es, hoy más que nunca, un resultado de las contradic­ciones internas del orden capitalista y, entonces, con el orden se desarrollan también sus contradicciones, con lo cual el hundi­miento es el resultado inevitable en algún momento, siendo entonces los "medios de adaptación" inútiles y la teoría de la catástrofe correcta; o los "medios de adaptación" realmente pueden conseguir evitar una catástrofe del sistema capitalista, es decir, pueden hacer viable al capitalismo, superando sus contra­dicciones, con lo cual el socialismo deja de ser una necesidad histórica y pasa a ser lo que se desee con excepción de un resultado de la evolución material de la sociedad. Esta disyuntiva se puede articular de otra forma: o el revisionismo tiene razón en lo relativo a la marcha del desarrollo capitalista y, entonces, la transformación socialista de la sociedad se convierte en una utopía; o el socialismo no es una utopía y, entonces, la teoría de los "medios de adapta­ción" no es válida. That is the question; éste es el problema.”[5] (48-49)

Luxemburgo analiza cada uno de los medios de adaptabilidad para demostrar su fracaso.
El crédito surge como forma de extender la elasticidad el mercado, pero al hacerlo lo vuelve mas vulnerable. La producción se acrecienta aún mas en un mercado que es el mismo y en el momento de producirse la crisis, cuando el crédito seria mas necesario, desaparece.
Transforma además al intercambio en un medio complejo y artificial
El crédito además agrava el antagonismo entre
El modo de producción y el modo de apropiación. Separando la producción de la propiedad. Transformando el capital empleado en la producción es capital social. Transformando a una parte de la ganancia bajo la forma de intereses sobre el capital en un simple titulo de propiedad.
Entre las relaciones de propiedad (apropiación) y las relaciones de producción dejando en pocas manos inmensas fuerzas productivas expropiadas a un gran número de pequeños capitalistas.
Entre el carácter social de la producción y la propiedad privada capitalista
El crédito genera un dinero virtual que no se corresponde con la producción, ni con el consumo real.
Esto genera un capital que no tiene una base productiva y aumenta la tendencia capitalista a la superproducción.

“ Para empezar con el crédito cabe decir que cumple muy diversas funciones en la economía capitalista, siendo la más importante, sin embargo, como se sabe, la del aumento de la capacidad de expansión de la producción y la posibilidad y facilidad del intercambio. Cuando la tendencia inherente a la producción capitalista a la expansión ilimitada tropieza con los límites de la propiedad privada y el alcance limitado del capital privado aparece el crédito como el medio de superar estos obs­táculos de modo capitalista, de fusionar en uno solo muchos capitales privados — sociedades anónimas — y de permitir que un capitalista disponga de capital extraño — crédito industrial —. Por otro lado, el crédito comercial acelera el intercambio de mercan­cías, esto es, la vuelta del capital a la producción, o sea, todo el proceso circulatorio del proceso de producción. Es fácil pasar por alto la importancia que estas dos más importantes funciones del crédito tienen en relación con el origen de las crisis. Si, como es sabido, las crisis surgen de la contradicción entre la capacidad de expansión, las tendencias de expansión de la producción y la capacidad limitada de consumo, el crédito, por lo que se ha visto más arriba, es el medio especial de conseguir que esa contradicción estalle con mayor frecuencia. El crédito hace aumentar más que nada la capacidad de expansión de la producción de un modo enorme y constituye, además, el impulso interno que obliga a la producción a superar los límites del mercado. El crédito es, sin embargo, un arma de dos filos: al actuar como factor del proceso de producción ocasiona la superproducción y, durante la crisis, aniquila por completo las fuerzas productivas que originó, facilitar el intercambio comercial. A las primeras señales del estancamiento el crédito se contrae, abandona el intercambio, precisamente cuando más necesario le era y resulta ser ineficaz y sin objeto aunque se siga ofreciendo, con lo cual reduce a su mínima expresión durante la crisis la capacidad de consumo.
Aparte de estos dos resultados de suma importancia, el crédito opera también de muchos otros modos en el origen de las crisis. El crédito no se limita a posibilitar al capitalista la disposición sobre capital ajeno, sino que constituye asimismo un acicate para el empleo audaz y sin contemplaciones de la propiedad ajena, es decir, para las especulaciones más temerarias. El crédito, medio alevoso del intercambio mercantil, agudiza la crisis y, además, facilita su aparición y expansión en la medida en que transforma todo el intercambio en una maquinaria extraordinariamente condensada y artificial en la que circula la cantidad mínima de dinero metálico.
Resulta, por tanto, que, lejos de ser un medio de superación o delimitación de las crisis, el crédito es, por el contrario, un factor especialmente poderoso en su origen. Y no podría ser de otro modo si pensamos que la función específica del crédito es, dicho en términos generales, eliminar el resto de la estabilidad de todas las relaciones capitalistas, imponiendo por doquier la mayor elastici­dad posible, aumentando al grado mayor la flexibilidad, relativi­dad y sensibilidad de las fuerzas capitalistas. Es evidente que, con esto únicamente pueden facilitarse y agudizarse las crisis, que no son otra cosa que el choque periódico de las fuerzas contradictorias de la economía capitalista.
Esto nos lleva a la otra cuestión de cómo es posible que el crédito aparezca, en principio, como un "medio de adaptación" del capitalismo. Cualquiera que sea la relación y la forma del argu­mento que defiende la "adaptación" con ayuda del crédito, su esencia únicamente puede consistir en el hecho de que, por medio del crédito, se consiga igualar alguna relación contrapuesta en el capitalismo, eliminar o reducir algunas de sus contradicciones, proporcionando, así, campo libre en algún punto a las fuerzas reprimidas. Precisamente, por el contrario, si hay algún medio en la economía capitalista actual de agudizar al máximo las contra­dicciones es el crédito. El crédito agudiza la contradicción entre modo de producción y modo de intercambio, en la medida en que intensifica al máximo la producción, pero paraliza el intercambio a la primera excusa: agudiza la contradicción entre el modo de producción y el modo de apropiación, por cuanto separa la pro­ducción de la propiedad, convierte al capital productivo en un medio social, mientras que una parte del beneficio, bajo la forma de intereses del capital, sigue siendo un puro título de propiedad; agudiza la contradicción entre las relaciones de propiedad y las relaciones de producción por cuanto que, al expropiar a muchos capitalistas pequeños, concentra una cantidad enorme de fuerzas de producción en muy pocas manos; agudiza la contradicción entre el carácter social de la producción y la propiedad privada capitalista en la medida en que hace necesaria la injerencia del estado en la producción (sociedad anónima).
En una palabra, el crédito reproduce las contradicciones esenciales del mundo capitalista, las lleva al paroxismo y acelera la marcha con la que este mundo se aproxima a su propia destrucción a la catástrofe”[6]

Ahora es posible transforma el capitalismo a través de reformas sociales? ¿es posible que los sindicatos sean la base de este cambio?
En este sentido Rosa es sumamente clara para demostrar la falsedad de esta propuesta
.
“Los sindicatos son útiles al proletariado para que éste se beneficie en cada momento de la coyuntura concreta del mercado. Lo que queda fuera de la esfera de influencia del sindicato es la coyuntura misma, es decir, de un lado, la demanda de fuerza de trabajo, determinada por el desarrollo de la producción; de otro, la oferta de fuerza de trabajo originada en la proletarización de las clases medias y la reproducción natural de la clase obrera, y, finalmente, el grado correspondiente de productividad del trabajo. Los sindicatos, por tanto, no pueden abolir la ley capitalista del salariado, en el mejor de los casos pueden reducir la explotación capitalista a unos límites “normales” en cada momento, pero no pueden eliminar gradualmente la misma explotación “[7]

Rosa plantean que el que los sindicatos adquieran un control del proceso de producción implica
El dominio técnico de la producción
Fijar la escala de la producción
En el primer caso los capitalistas quieren siempre mejorar la técnica de la producción, en tanto esto le garantiza aumentar la productividad y la plusvalía relativa. Por el contrario los obreros se negaran por que esta nueva introducción implica un retroceso de su situación individual (desocupación). No obstante en este caso está actuando reaccionariamente, debido a la necesidad de las fuerzas productivas de desarrollarse.
En el segundo aspecto  se produce una alianza entre los burgueses  y los obreros en contra de los consumidores y contra las empresas rivales
Esto hay que tenerlo presente cando se intenta incorporar al sindicato a la función dirigente de una economía capitalista.
Ambas soluciones son contrarias a los intereses de los obreros. Los sindicatos solo pueden regular la explotación capitalista: aumento salarial, reducción de la jornada laboral.
Esto que parece pesimista es la justificación de la necesidad de un cambio del Modo de producción.

Problemas organizativos de la socialdemocracia (1904)

La discusión se centra en los planteos de Lenin sobre la organización. En los primeros párrafos se subestima la represión zarista en función del grado de movilización obrera a la que se toma como una condición secundaria. El principal problema que tienen por delante los revolucionarios es la existencia de una burguesía que se oculta detrás del absolutismo.
El problema “(..) es como crear un movimiento socialdemócrata en una época en que la burguesía aún no controla el Estado”

Centralismo y disciplina consciente

La falta de centralidad en la economía de la burguesía hace que la clase obrera se encuentra dispersa. Lo que los bolcheviques saben, pero a lo que debe tener en cuenta es su alto grado de concentración.
Para Rosa Lenin aparece como el representante de una concepción ultra centralista. Y lo ubica como un fenómeno comprensible frente a la autonomía y aislamiento del movimiento socialdemócrata anterior. También hay que tener en Cuenta que Rosa combate un modelo de Partido que se esta burocratizado que es el alemán.
Es bueno precisar que Rosa no niega la necesidad de centralismo sino lo que lo que discute es su grado de centralidad. Este centralismo es necesario para responder al capitalismo. No obstante no lo considera un tema prioritario, como si lo es en la concepción leninista, sino como una necesidad formal.
“En términos generales, es innegable que una fuerte tendencia a la centralización es inherente al movimiento socialdemócrata. Esta tendencia surge de la estructura económica del capitalismo, que constituye generalmente un factor centralizador. El movimiento socialdemócrata realiza su actividad en la gran ciudad burguesa. Su misión consiste en representar, dentro de las fronteras del estado nacional, los intereses de clase del proletariado y oponerlos a todos los intereses locales o sectoriales.
Por tanto la socialdemocracia generalmente es hostil a toda manifestación de localismo o federalismo. Busca unificar a todos los obreros y organizaciones obreras en un partido único, por encima de sus diferencias nacionales, religiosas o laborales. La socialdemocracia abandona este principio en favor del federalismo sólo en circunstancias excepcionales, como en el caso del Imperio Austrohúngaro.
Es claro que la socialdemocracia rusa no debe organizarse como conglomerado federativo de muchos grupos nacionales. Debe cons­tituirse en partido único para todo el imperio. Pero eso no es lo que está en discusión aquí. Lo que estamos considerando es el grado de centralización necesario dentro del partido ruso unificado para hacer frente a la situación peculiar bajo la cual debe funcionar.”[8]

Apunta claramente a que lo que plantea Lenin es una innovación de la tradición marxista a la que impregna de blanquismo.

“Para Lenin, la diferencia entre la socialdemocracia y el blanquismo se reduce al comentario de que en lugar de un puñado de conspiradores tenemos un proletariado con conciencia de clase. Olvida que esa concepción entraña una revisión total de nuestras ideas sobre organización y, por tanto, una concepción completa­mente distinta del centralismo y de las relaciones que imperan entre el partido y la lucha misma.”[9]

Su discrepancia se encuentra en como se adquiere la conciencia. Recordemos que para Lenin el Partido debe llevar la ideología socialista a las masas obreras que tiende naturalmente a pensar a partir de la ideología dominante. Para Rosa la conciencia se adquiere en el proceso de la lucha de clases. La organización del Partido y la conciencia creciente de los obreros sobre los objetivos de la lucha y la  lucha misma son distintos aspectos del mismo proceso.
El razonamiento apunta a que el propio Partido se ve condicionado por el desarrollo  la lucha de clase. Lo que no resuelve la autora es como se genera el movimiento ascensional. Si el Partido no actúa sobre la clase obrera como vanguardia, sino se ingresa desde afuera la ideología socialista, su papel se vuelve pasivo.
Se genera aquí una contradicción entre el pensamiento voluntarista de dejar a las masas su propia realización y la confianza en el desarrollo objetivo de las condiciones de crisis.

“Pero es un hecho que la socialdemocracia no está unida al proletariado. Es el proletariado. Y por ello el centralismo socialdemócrata es distinto del centralismo blanquista. Puede ser sólo la voluntad concentrada de los individuos y grupos representantes de los sectores más conscientes, activos y avanzados de la clase obre­ra. Es, por así decirlo, el "auto-centralismo" de los sectores más avanzados del proletariado. Es el predominio de la mayoría dentro de su propio partido.”[10]

La centralización del Partido es producto de accionar consciente. La comprensión del centralismo como una necesidad va a garantizar la disciplina consciente y voluntaria. Mientras que los cuadros partidarios lo vean como algo ajeno, caduco o encorcetador se convertirá en una traba para el desarrollo orgánico. La solución frente a estos problemas no puede ser administrativa sino política. Rosa insiste de hecho en esto cuando plantea que los estatutos no garantizan la inmunidad frente al oportunismo.
A ello suma la necesidad de una base material del Partido revolucionario
“Las condiciones indispensables para la implantación del centra­lismo socialdemócrata son: 1) la existencia de un gran contingente de obreros educados en la lucha política, 2) la posibilidad de que los obreros desarrollen su actividad política a través de la influen­cia directa en la vida pública, en la prensa del partido, en congre­sos públicos, etcétera.
Estas condiciones no están dadas en Rusia. La primera —una vanguardia proletaria, consciente de sus intereses de clase, capaz de autodirigirse en la lucha política— recién está surgiendo en Rusia. Toda la agitación y organización socialistas deben apuntar a apurar la formación de esa vanguardia. La segunda condición sólo puede existir en un régimen de libertades políticas.
Lenin discrepa violentamente con estas conclusiones. Está con­vencido de que en Rusia ya están dadas las condiciones para la creación de un partido poderoso y centralizado. Declara que "ya no son los proletarios, sino algunos intelectuales quienes necesitan educarse en materia de organización y disciplina" Ensalza la influencia de la fábrica, que, según él, acostumbra al proletaria­do a la "disciplina y organización" [11].
Hay que relacionar esta afirmación de Rosa con la actitud de Lenin luego de tomado el poder en Rusia y su intento de incorporar obreros al Comité central del partido. En el proceso de ascenso revolucionario se produce una variación sustancial en  la cantidad y composición del Partido  bolchevique que Lenin advierte.
La defensa de Rosa de la disciplina como voluntaria y consciente es fundamental, la opone a la concepción de una disciplina militar.  Esta discusión no se puede ver al margen de las condiciones objetivas donde se mueve el Partido y que puede garantizar su propia supervivencia. Aún así es esencial desarrollar el concepto de disciplina conciente.

“Con ello Lenin parece demostrar una vez más que su concep­ción de la  organización socialista es bastante mecanicista. La disci­plina que visualiza Lenin ya está siendo aplicada, no sólo en la fábrica, sino también por el militarismo y por la burocracia estatal existente: por todo el mecanismo del Estado burgués centralizado.
Utilizamos mal las palabras y nos autoengañamos cuando aplica­mos el mismo término —disciplina— a nociones tan disímiles como son la ausencia de pensamiento y voluntad en un cuerpo con mil manos y pies que se mueven automáticamente, y la coordinación espontánea de los actos políticos conscientes de un grupo de hombres. ¿Qué tienen en común la regulada docilidad de una clase oprimida y la autodisciplina y organización de una clase que lucha por su emancipación?
La autodisciplina de la socialdemocracia no es el simple reemplazo de la autoridad de la burguesía dominante por la autori­dad de un Comité Central socialista. La clase obrera será conscien­te de la nueva disciplina, la autodisciplina libre de la socialdemo­cracia, no como resultado de la disciplina que le impone el Estado capitalista sino extirpando de raíz los viejos hábitos de obediencia y servilismo.
El centralismo socialista no es un factor absoluto aplicable a cualquier etapa del movimiento obrero. Es una tendencia, que se vuelve real en proporción al desarrollo y educación política adqui­ridos por la clase obrera en el curso de su lucha.
Va de suyo que la ausencia de las condiciones necesarias para la completa realización de este tipo de centralismo en el movimiento ruso constituye un obstáculo tremendo.”[12]
Para Rosa el centralismo es una tendencia en función del desarrollo y la educación de la clase obrera. Es el movimiento espontáneo de las masas la que genera a los grandes dirigentes y la fortaleza de las organizaciones.

El Papel del Partido

La concepción del desarrollo de la lucha de clases y el papel que cumple el Partido en ella se ve claramente cuando Rosa contrapone el desarrollo de las masas a la de la propia dirección del Partido. Para ella el desarrollo del CC siempre marcha más atrás en la comprensión de la coyuntura histórica.

La existencia de ese centro probablemente hubiera incre­mentado la desorganización de los comités locales al acentuar la diferencia entre el avance ávido de las masas y la línea prudente de la socialdemocracia. El mismo fenómeno —el papel insignificante que desempeñaron los organismos centrales del partido en la elabo­ración de la línea táctica- se observa hoy en Alemania y otros países. En general, no se puede "inventar" la táctica de la socialde­mocracia. Es el producto de una serie de grandes actos creadores de una lucha de clases a menudo espontánea que busca la manera de avanzar.”[13]

Hay que tener mucho cuidado con esta afirmación.  No se debe confundir los aspectos técnicos o puntuales con el desarrollo táctico. La táctica es y debe ser definida por el organismo del Partido correspondiente. El CC define los grandes trazos, por lo tanto es falsa la afirmación de falta de táctica preparada y determinada de antemano. Llevar a acabo esta afirmación mecánicamente deja desarmado al movimiento. Pueden existir giros tácticos pero en le marco de una táctica y estrategias concreta.
No es casual que se utilicen estos párrafos por los neomarxista. Tratando de fundamentar a través de Rosa la inexistencia de dirección.

“Lo inconsciente precede a lo consciente. La lógica del proceso histórico precede a la lógica subjetiva de los seres humanos que participan en el proceso histórico. Existe una tendencia a que los organismos que dirigen el partido socialista desempeñen un rol conservador. La experiencia demuestra que cada vez que el movi­miento obrero gana terreno esos organismos lo mantienen hasta el último momento. Lo transforman al mismo tiempo en una especie de bastión que detiene aun más el avance.”[14]
Que el elemento espontáneo  producto de la situación objetiva preceda al accionar del Partido, es producto de su incapacidad de valorar correctamente la coyuntura política y prever los posibles escenarios de la lucha de clases. No obstante aún en el Partido mejor fogueado la situación del desborde de masas se puede dar, el tema es como se para el mismo frente a la situación podríamos pensar en la situación de julio del 17. Lo que no puede ocurrirle a un partido revolucionario es que esta excepción se convierta en tendencia. Esto conlleva a comprender  entre las redes multicasuales cual es el nudo que hay que desatar. Cuál es el eslabón que tira y hace comprensible la cadena.

Hay en Rosa una afirmación claramente marxista de que el individuo es forjado por las circunstancias “
Lo inconsciente precede a lo consciente. La lógica del proceso histórico precede a la lógica subjetiva de los seres humanos que participan en el proceso histórico.”
Ahora esto no niega la necesidad que el elemento consciente, el Partido como intelectual colectivo, actúe  para forja al “inconsciente” a partir del conocimiento de la realidad. ¿Cómo comprender la realidad sin el papel de educador del Partido?

 “La táctica actual de la socialdemocracia alemana se ha ganado la aprobación universal porque es tan flexible como firme. Esto es un índice de la adaptación del partido, hasta el último detalle de su actividad cotidiana, al régimen parlamentario. El partido ha estu­diado metódicamente todos los recursos que ofrece este terreno. Sabe utilizarlos sin modificar sus principios.
Sin embargo, la perfección de esta adaptación le cierra perspec­tivas al partido. Existe en él una tendencia a considerar que la táctica parlamentarista es inmutable y específica de la actividad socialista. Se niega, por ejemplo, a tener en cuenta la posibilidad (planteada por Parvus) de cambiar nuestra táctica en caso de que el sufragio universal sea abolido en Alemania, eventualidad que dirigentes de la socialdemocracia alemana no consideran del todo improbable.
Esa inercia se debe en gran medida a que resulta muy inconve­niente definir, dentro del vacío de las hipótesis abstractas, los lineamientos y formas de situaciones políticas todavía inexistentes. Evidentemente, lo importante para la socialdemocracia no es la elaboración de un cuerpo de directivas ya preparadas para la política futura. Es importante: 1) efectuar una evaluación histórica correcta de las formas de lucha que corresponden a la situación dada, y 2) comprender la relatividad de la etapa que se vive y el incremento inevitable de la tensión revolucionaria a medida que se acerca el objetivo final de esa lucha.” [15]
El Partido siempre debe estar preparado para cualquier circunstancia de la lucha de clases. Esto independientemente  de si el momento actual una determinada formas de la lucha de clases es posible o conveniente.

“Si le otorgamos, como quiere Lenin, poderes absolutos de carácter negativo al órgano más encumbrado del partido fortalece­mos peligrosamente el conservadurismo inherente a dicho organis­mo. Si la táctica del partido socialista no ha de ser creada por un Comité Central sino por todo el partido o, mejor dicho, por todo el movimiento obrero, es claro que las secciones y federaciones del partido necesitan la libertad de acción que les permita desarrollar su iniciativa revolucionaria y utilizar todos los recursos que ofrece la situación. El ultracentralismo que pide Lenin está colmado del espíritu estéril del capataz, no de un espíritu positivo y creador. A Lenin le preocupa más controlar el partido que hacer más fructífe­ra la actividad del mismo; estrechar el movimiento antes que desarrollarlo, atarlo antes que unificarlo.
En la situación actual, semejante experimento sería doblemente peligroso para la socialdemocracia rusa. Estamos en vísperas de batallas decisivas contra el zarismo. Está por entrar o ha entrado en un periodo de actividad creadora intensificada, durante el cual ampliará (como siempre sucede en situaciones revolucionarias) su esfera de influencia y crecerá espontáneamente a grandes saltos. Tratar de frenar la iniciativa del partido en este momento, rodearlo de alambres de púas, es incapacitarlo para el cumplimiento de las grandes tareas del momento.”[16]
A la luz de los procesos históricos esta afirmación le dio la razón a Lenin. Los mecheviques crecieron mas rápidamente e incluso tuvieron mas influencia al comienzo de la revolución, pero fueron los bolchevique los que pudieron actuar cuando las circunstancia lo ameritaban como partido revolucionario.

“Las ideas generales que hemos expuesto sobre el problema del centralismo socialista no bastan para elaborar un proyecto de estatuto para el partido ruso. En última instancia, un estatuto de este tipo sólo lo pueden determinar las circunstancias bajo las que se desarrolla la actividad del partido en una etapa dada. En Rusia se trata de poner en marcha una gran organización proletaria. Ningún proyecto de estatuto puede considerarse infalible. Tiene que pasar por la prueba de fuego.”[17]

Es claro que el estatuto por si mismo no determina la organicidad del Partido. Ahora tampoco puede existir un estatuto que permita cualquier cosa. Es una ley interna que debe ser clara y precisa. Debe expresar nuestras experiencias teórico/prácticas. Solo así va a ser asimilado por lo cuadros. Si el estatuto se convierte en un recetario o tiene un articulado extenso en donde su normativa reseca la vida del Partido no va a faltar quien escudado en el no haga nada.

El oportunismo

“(…)nada más ajeno al método histórico dialéctico del pensa­miento marxista que el separar los fenómenos sociales de su marco histórico y presentar esos fenómenos como fórmulas abstractas susceptibles de ser aplicadas en forma absoluta y general.
Razonando de manera abstracta podríamos decir que el "inte­lectual", elemento social proveniente de la burguesía y por lo tanto ajeno al proletariado, no ingresa al movimiento socialista al impulso de sus tendencias clasistas sino en oposición a ellas. Por eso tiene mayor tendencia que el obrero a caer en aberraciones oportunistas. El obrero, decimos, puede encontrar apoyo revolucio­nario real en sus intereses de clase, siempre que no abandone su medio ambiente, o sea la masa trabajadora. Pero la forma concreta que asume la tendencia al oportunismo del intelectual y, sobre todo, la forma en que esa inclinación se expresa en el terreno organizativo son cuestiones que dependen siempre del medio social en que se mueve.”
El oportunismo en el intelectual es una tendencia que puede ser controlada por el medio social donde se inserte.
Rosa ve que el desarrollo del oportunismo se da con mayor frecuencia en el ambito parlamentario en donde los camaradas sobrevaloran la posibilidad de las reformas sociales, la colaboración de clases y partidos, la fe en una evolu­ción pacífica hacia el socialismo. Esto es sumamente interesante para ver como nosotros nos comportamos frente a la situación de ser gobierno. La incorporación de compañeros no preparados ideológicamente, o dejados a su saber y entender por una orgánica que no se transforma a la nueva realidad hace que el fenómeno se reproduzca.
“El parlamentarismo burgués es la base social de los fenómenos que observa Lenin en los movimientos socialistas alemán, francés e italiano. Este parlamentarismo es el caldo de cultivo de todas las tendencias oportunistas que existen en la socialdemocracia occi­dental.
El  tipo  de   parlamentarismo que tenemos ahora en Francia, Italia y Alemania proporciona terreno para las ilusiones del oportunismo actual, tales como la sobrevaloración de-las reformas sociales, la colaboración de clases y partidos, la fe en una evolu­ción pacífica hacia el socialismo, etcétera. Esto ocurre al colocar a los intelectuales, como parlamentarios, por encima del proletaria­do, y separándolos del proletariado dentro del propio partido socialista. Con el crecimiento del movimiento obrero, el parlamen­tarismo se vuelve un trampolín para los oportunistas políticos. Por eso tantos fracasados con ambiciones de la burguesía corren a cobijarse bajo la bandera de los partidos socialistas. Otra fuente del oportunismo contemporáneo la constituyen los grandes medios materiales con que cuenta la socialdemocracia, y la influencia de las grandes organizaciones socialdemócratas.
El partido es el baluarte que defiende al movimiento clasista de las desviaciones parlamentaristas burguesas. Para triunfar, dichas tendencias deben destruir el baluarte. Deben disolver al sector activo, consciente del proletariado en la masa amorfa del "electorado".
Así surgen las tendencias "autonomistas" y descentralizantes en nuestros partidos socialdemócratas. Vemos que esas tendencias sirven a fines políticos definidos. No se las puede explicar, como quisiera Lenin, con referencias a la psicología del intelectual, a su supuesta inestabilidad innata de carácter. Sólo se las explica en base a las necesidades del político parlamentario burgués, es decir, por la política oportunista.”[18]
Así surgen las “tendencias "autonomistas" y descentralizantes”, que se manifiestan en el accionar por encima de la orgánica.

“Si aceptamos el punto de vista que Lenin considera propio y tememos la influencia de los intelectuales en el movimiento, no podemos concebir mayor peligro para el partido ruso que el plan organizativo de Lenin. Nada contribuirá tanto al sometimiento de un joven movimiento obrero a una élite intelectual ávida de poder que este chaleco de fuerza burocrático, que inmovilizará al partido y lo convertirá en un autómata manipulado por un Comité Cen­tral. En cambio, no puede haber garantía más efectiva contra la intriga oportunista y la ambición personal que la acción revolucio­naria independiente del proletariado, cuyo resultado es que los obreros adquieren el sentido de la responsabilidad política y la confianza en sí mismos.”[19]
Los oportunistas carecen de principios, se adaptan a la situación en función de sus conveniencias personales. Lo que los lleva a aceptar cualquier reglamento, no jugándose decisivamente por nada para quedar siempre bien parado.
Esto es clarificador de un conjunto de situaciones que vivió el movimiento comunista internacional. Sin embargo no explica plenamente como muchos de los oportunistas se jugaron la ropa en los momentos más difíciles.
Esta claro que en esta concepción ningún estatuto garantiza un freno al oportunismo. El análisis de Rosa sobre el mismo lo ubica como parte del propio desenvolvimiento histórico del movimiento socialista, como fruto de las propias contradicciones de anhelar un sistema nuevo y pelear dentro del viejo.
“Un reglamento puede regir la vida de una pequeña secta o de un círculo privado. Una corriente histórica, en cambio, atravesará las redes del parágrafo estatutario. Además, no es cierto que rechazar los elementos que la descomposición de la sociedad bur­guesa lleva al movimiento socialista signifique defender los intere­ses de la clase obrera. La socialdemocracia ha afirmado siempre que representa no sólo los intereses de clase del proletariado, sino también las aspiraciones progresistas de la sociedad en su conjunto. Representa los intereses de todos los que sufren la opresión de la dominación burguesa. Esto no hay que entenderlo simplemente en el sentido de que todos estos intereses se ven reflejados idealmente en el programa socialista. La evolución de la historia traduce esta afirmación en la realidad. Como partido político, la socialdemocra­cia se convierte en refugio de todos los elementos descontentos que hay en nuestra sociedad y del pueblo todo, en contraposición a la pequeña minoría de amos capitalistas.
Pero los socialistas deben saber subordinar la angustia, rencor y esperanza de este conglomerado heterogéneo al objetivo supremo de la clase obrera. La socialdemocracia debe encuadrar a la turba de iracundos no proletarios dentro de los límites de la acción revolucionaria del proletariado. Debe asimilar a los elementos que se le acercan.
Esto sólo es posible si la socialdemocracia tiene un núcleo proletario fuerte, políticamente culto, con la suficiente conciencia de clase como para ser capaz, como en Alemania, de arrastrar a los elementos desclasados y pequeñoburgueses que se unen al partido. En ese caso, la mayor rigidez en la aplicación del principio de centralización y la disciplina más severa formulada específicamente en los estatutos del partido pueden ser una barrera efectiva contra el peligro oportunista. Así se defendió el socialismo francés contra la confusión jauresista. Enmendar el estatuto de la socialdemocra­cia alemana sería una medida muy oportuna.
Pero inclusive en este terreno no debemos pensar que el estatu­to del partido es un arma que, de alguna manera, basta por sí misma. Puede, en el mejor de los casos, ser un método de coerción para imponer la voluntad de la mayoría proletaria en el partido. Si esa mayoría no existe de nada servirán las sanciones más drásticas.
Sin embargo, la influencia de elementos burgueses en el partido dista de ser la única causa de las tendencias oportunistas que están levantando cabeza en la socialdemocracia. Otra causa la constituye la naturaleza misma de la militancia socialista y sus contradicciones internas.
El movimiento internacional del proletariado hacia su emancipa­ción total es un proceso peculiar en este sentido: por primera vez en la historia de la civilización el pueblo expresa su voluntad conscientemente y en oposición a todas las clases dominantes. Pero esta voluntad puede satisfacerse únicamente fuera de los marcos del sistema imperante.
Ahora bien, las masas sólo pueden adquirir y fortalecer esta voluntad en el curso de su lucha cotidiana contra el orden social existente: es decir, dentro de los límites de la sociedad capitalista.
Por un lado, las masas; por el otro, su objetivo histórico, situado fuera de la sociedad imperante. Por un lado, la lucha cotidiana; por el otro, la revolución social. Tales los términos de la contradicción dialéctica por la cual avanza el movimiento socialista.
De ahí se desprende que la mejor manera en que puede avanzar el movimiento es oscilando entre los dos peligros que lo acechan constantemente. Uno es la pérdida de su carácter masivo; el otro, el abandono del objetivo. Uno es el peligro de retrotraerse al estado de secta; otro, el peligro de convertirse en un movimiento para la reforma social burguesa.
Por eso es ilusorio, y va en contra de la experiencia histórica, esperar fijar de una vez por todas la orientación de la lucha socialista revolucionaria con métodos formales, que se supone defenderán al movimiento obrero de toda posibilidad de desviación oportunista.
La teoría marxista es un arma segura para reconocer y combatir las manifestaciones típicas del oportunismo. Pero el movimiento socialista es un movimiento de masas, sus peligros no son producto de las maquinaciones insidiosas de individuos y grupos, surgen de situaciones sociales inevitables. No podemos resguardamos por adelantado contra todas las posibilidades de desviación oportunista. Sólo el movimiento puede superar esos peligros, con la ayuda de la teoría marxista, sí, pero recién después de que esos peligros se hayan hecho tangibles.
Desde este punto de vista el oportunismo aparece como un producto y una fase inevitable del desarrollo histórico del movi­miento obrero.”[20]
El oportunismo surge de las condiciones sociales, no de las cabezas individuales. No existe un antídoto permanente contra el oportunismo, salvo el propio desarrollo del movimiento. El oportunismo “es un producto y una fase inevitable del desarrollo histórico del movi­miento obrero” una vez que se reconoce, que aparece como un fenómeno visible hay que atacarlo.
El oportunismo surge en los resquicios de los experimento en
Esta es la frase más citada del libro
“Hablemos claramente. Históricamente, los errores cometidos por un movimiento verdaderamente revolucionario son infinitamente más fructíferos que la infalibilidad del Comité Central más astuto”[21].





[1] Las diferencias con Lenin estuvieron en la forma de organización del Partido, la relación entre la ideología socialista y el movimiento obrero, el derecho a la autodeterminación de los pueblos y la critica a algunas acciones concretas de los bolcheviques. Para conocer las opiniones de Luxemburgo al respecto ver “Problema organizativos de la socialdemocracia” (1904) “La cuestión nacional y la autonomía” (1909) y “Sobre la Revolución Rusa” (1918). Las opiniones de  Lenin sobre los mismos temas son desarrolladas en “Que hacer”(1902) “Un paso adelante, dos pasos atrás”(1904),”Acerca del folletos Junios” (1916) “Sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación” (1914) y los escritos posteriores a octubre de 1917
[2] El PSDA era el partido más poderoso de Europa, su peso teórico y la movilización de masa que era capaz de convocar los convertían en el partido de vanguardia dentro de la  II internacional. En 1912 el PSDA obtuvo 4.250.000 votos (34, 7%) y 110 diputados, publicaba 90 periódicos con 1.400.000 suscriptores y tenía 3.500 funcionarios.
[3] Clara sería la responsable de la Conferencia Internacional de mujeres socialistas que empezó a funcionar a partir de 1907.
[4] Luxemburg, Rosa, “Obras escogidas “, Madrid, Ayuyo, 1978, t.1, p.47
[5] Luxemburg, Rosa, “Obras escogidas “, Madrid, Ayuyo, 1978, t.1,pp.48-49
[6] Luxemburg, Rosa, “Obras escogidas “, Madrid, Ayuyo, 1978, t.1, pp.49-50
[7] Luxemburg, Rosa, “Obras escogidas “, Madrid, Ayuyo, 1978, t.1, pp.58-59
[8] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, p. 142
[9] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, p. 143
[10] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, p. 144
[11] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, pp.144-145
[12] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, pp 144-145
[13] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, p
[14] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, p
[15] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, pp.147-148
[16] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, p.148
[17] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, p.148
[18] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, pp.150-151
[19] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, p.153
[20] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, p. 154-156
[21] LUXEMBURGO, Rosa, “obras escogidas”, Buenos Aires, Pluma, 1976, p.157
 

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