lunes, 2 de septiembre de 2013

Maquiavelo y el príncipe



Maquiavelo y el príncipe
Prof. Líber Romero*

Los estados italianos
La península itálica estaba, en el siglo XV, dividida en cinco jurisdicciones territoriales que se enfrentaban por la hegemonía: al sur Nápoles, en el centro Florencia y el papado, en el norte Venecia y  Milán.
En el sur desde 1442 la dinastía aragonesa se consolida en Nápoles, pero como los derechos sucesorios podían ser reclamados por Francia a esta zona se la van a  disputar ambas coronas.  El papado que había vivido en el siglo XV  una época cismática y el intento de negación de su infalibilidad buscaba  recuperar los territorios perdidos en manos de los señores locales. Venecia que había permanecido a espalda de Italia por su florecimiento comercial vería como este corría peligro por el desarrollo del imperio otomano. Su ingreso en la política de la península suscita temores y nuevas alianzas.
En Florencia los Medicis predominan a partir de 1434 logrando cierta paz interna entre  Güelfos y Gibelinos.  Sin embargo durante el gobierno de  Pedro II Florencia se une al papado y a Nápoles enfrentándose a Francia, lo que va a terminar con la invasión gala a la ciudad. El posterior debilitamiento de  la potencia llevó a la reconquista de los Medicis que ya no podría retomar la grandeza de la ciudad.
Maquiavelo
Nicolás Maquiavelo nació en 1469 cerca de Florencia  en el seno de una familia de orígenes nobiliarios pero venidos a menos. Admira la virtud de Savonarola(“el profeta desarmado“), pero su muerte en la hoguera lo advierte del peligro de una ideología sin estrategia. A su caída empieza su actividad política. Es el secretario de la segunda Cancillería de la Comuna florentina (1498-1512) y realiza varias misiones diplomáticas dentro y fuera de Italia. Tiene una relación personal con Cesar Borgia y con su ejercicio de la “razón de Estado”. Viaja a Francia, Suiza y Alemania.
De estas experiencias va a desear para Florencia una política más firme sin pensar en una Monarquía y apoya al gobierno de Pedro Soderini entre 1502-1512. Con la vuelta de los Medicis fue depuesto y acusado de participar en una conspiración, fue apresado y torturado. Se le permitió retirarse a San Casciano, cerca de Florencia, y es  en estos años donde escribe toda su obra de historiador, entre ellos: El Príncipe, Discursos sobre Tito Livio, Del  arte de la guerra. Muere en 1527.
Su concepción de hombre
El hombre es un ser egoísta por naturaleza que busca su propia conservación y tiene voluntad de dominio. Es un ser social, pero esta sociabilidad está dada por su propio egoísmo que lo lleva a entender que la unión en un grupo lo hace más fuerte. En tal sentido hace el bien cuando es coaccionado y el mal cada vez que tiene oportunidad, siendo su actitud  inestable. 
La ley se vuelve necesaria para ordenar la vida social y educar a los individuos. La sistematización de lo bueno o lo malo es impuesta por el gobernante que es el que ejerce el poder. Maquiavelo fundamenta la existencia de una doble moral en la cual el ciudadano va ser juzgado en función del cumplimiento de las leyes y por lo tanto del vigor que su conducta da la cohesión social; entre tanto el príncipe va a ser valorado por sus éxitos. Es “preciso que el Príncipe que quiera sostenerse aprenda a poder dejar de ser bueno para serlo o no serlo, según la necesidad lo requiera”. El Príncipe es el único que está por encima de la Ley, pero el florentino advierte de los peligros del desprecio constante de la misma.
El Príncipe
El objetivo del  Príncipe debe ser conservar y aumentar su poder, lo importante son los resultados no la forma en cómo se consiguen. La moral se separa de la política, por lo que no se puede juzgar a la misma por si es buena o mala sino en función de sus resultados (el fin justifica los medios). El logro de los objetivos está basado en una virtud que es una energía brutal, prudentemente calculadora y amoral.
Su idea de concentración de poderes es la respuesta que encuentra para la unificación de Italia pese a que él es un convencido republicano (admira a Roma). En su ideal cree en el papel decisivo de un legislador (dictador) que ejerce la autoridad sin compartirla, y en exclusivo interés del Estado, por lo que luego de hacer las reformas necesarias se retira (piensa en Licurgo). Admite que la imposición de normas no tendrá las misma resistencias si se trata de un Estado creado de la nada o de uno que ya tienen sus costumbres y leyes arraigadas.
La política
En Maquiavelo la política se transforma en un objeto de estudio en sí mismo,  es un arte racional que se construye  a partir de los datos que recoge la experiencia.
El Estado-al igual que el príncipe- tiende a  extender su dominio y en tal sentido no existe  derecho internacional que lo pueda limitar. “Toda guerra es justa en cuanto es necesaria; y misericordiosa son las armas cuando sólo en ellas hay esperanzas”. Todo está permitido para conseguir el objetivo lo que se debe valorar es el momento de llevar a cabo las acciones.
La razón de Estado se convierte  en el norte a seguir por los gobernantes “'¿Qué es un gobierno sino el miedo de contener a los súbditos?”. Fundamenta en tal sentido la subordinación de la religión al Estado y la creación de un ejército de ciudadanos (los elementos de consenso y coerción).
Característica de la historia
Maquiavelo centra la historia y su causalidad en el ser humano, secularizando el proceso histórico. Es la voluntad de dominio la que provoca que los hombres-en especial algunos de ellos- se transformen en sujetos del cambio social. La política, el poder y el Estado se convierten en el centro de la reflexión histórica, en donde las masas acompañan y son necesarias pero pierden protagonismo frente al gran hombre.
Su idea de sentido histórico se nutre de dos tradiciones distintas lo que genera una síntesis superior. Siguiendo a Polibio retoma la idea cíclica del tiempo para el análisis político, pero el peso de la tradición cristiana de linealidad que se va transformando en un idea de progreso constante hace que en sus razonamientos el círculo no se cierre. Se puede así entrever la idea de una historia que avanza en forma de espiral.
Esto permite que la  historia pueda cumplir con la función de un lugar de donde sacar enseñanzas  para no cometer los mismos errores. Hay una defensa de la historia como herramienta  de la política. El aprendizaje del pasado permite a hombre culto y audaz actuar con acierto y contrarrestar los efectos del azar. Se fundamenta así una libertad del hombre que consciente de las dificultades puede en función de sus capacidades sobre ponerse a ellas. “Un Príncipe sabio (…)se preparará para poder valer por sí mismo en la adversidad, de forma que cuando cambie la fortuna lo encuentre en condiciones de hacerle frente”
Sus aportes de ver a la política como arte y como ciencia , en reivindicar el papel del ser humano y su capacidad- en tanto que la conoce.- de transformar la realidad, así como su ferviente republicanismo han sido ocultados por una leyenda negra interesada.
*Profesor de historiología en formación docente
Bibliografía citada
MAQUIAVELO, Nicolás, El príncipe (1513)

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