lunes, 2 de septiembre de 2013

IBN JALDUN Y LA TEORIA DE LAS CIVILIZACIONES



IBN JALDUN Y LA TEORIA DE LAS CIVILIZACIONES
Prof. Líber Romero*

La historiografía musulmana tienen en Ibn Jaldún uno de sus máximos exponente. El tunecino considera a la historia una ciencia que se encarga de estudiar  al hombre en sociedad y para hacerlo elabora una teoría en donde los hechos aparentemente dispersos del pasado adquieren significado.

Auge y decadencia
Los seres humanos están condicionados por el ámbito geográfico y las formas de producir y reproducir su vida, pero serán las costumbres las determinantes de su desarrollo. En base a estas premisas formula una teoría del desenvolvimiento  de la historia a partir de la oposición y coexistencia de dos formas de vida: la beduina o nómade y la urbana o sedentaria.
“Ibn Jaldún analiza la dinámica de las relaciones tribales y los sentimientos intergrupales que denomina Al-Asabiya. La existencia de esta asabiya (fuerza de unión, de cohesión sanguínea, de identidad de interés y de comportamiento que es la piedra fundacional de un grupo) permite entender por qué un grupo étnico o tribal puede llegar al poder (cuando la tiene) y caer del poder (cuando la pierde). La civilización humana es una repetición rítmica de este hecho, pero en el caso del Maghreb estudiado por Ibn Jaldún estos cambios se dan cada 120 años (tres generaciones). Es a partir de la experiencia del Maghreb (que conoce desde adentro) que Ibn Jaldún busca entender la lógica árabe-musulmana. ”(ZERAOUI,p. 424)
En el proceso histórico la primera generación nómade, esforzada y ascética  busca el ascenso al poder para imponer su soberanía (Mulk), en ese momento la religión es parte del proceso civilizador unificando a las tribus, porque "(...)el natural de los árabes les hace incapaces de gobernar un imperio: no pueden alcanzarlo más que después de haber modificado su carácter bajo la influencia de una religión que borre en ellos todos esos defectos, les haga encontrar un freno en su propia conciencia y les impulse a proteger a los hombres unos contra otros."
La religión cumple un papel instrumental al poder de un gobernante que concentra la autoridad y la misma solo puede afianzarse “(…) si lograba crear y dominar a un grupo de partidarios dotados de asabiya, es decir, un espíritu corporativo orientado hacia la conquista y la conservación del poder. Era más fácil reclutar este grupo entre los enérgicos hombres de la estepa o la montaña; podía mantenerse su unión gracias al sentimiento de poseer ancestros comunes, reales o ficticios, o estableciendo lazos de dependencia, reforzados por la aceptación general de una religión. Un gobernante que poseía un grupo fuerte y cohesionado de partidarios podía fundar una dinastía; cuando su dominio era estable” (HOURIANI, pp.24-25).
En la siguiente generación dinástica se administra el imperio conquistado y se hace respetar la religión en el conjunto del territorio. Por último la riqueza acumulada, el disfrute que de ella hace la tercera generación, la debilita, la vuelve ociosa y débil. La dinastía se convierta en una élite urbana que pierde la asabiya. Esto se produce porque la "(...) meta de la civilización es la cultura sedentaria y el lujo. Cuando la civilización alcanza esa meta, se inclina hacia la corrupción y comienza a hacerse senil, como ocurre en la vida natural de los seres vivos.".
Esta situación  permite que sea conquistada por una nueva dinastía, debido a que “(…) toda dinastía llevaba en sí misma la simiente de su decadencia: podía verse debilitada por la tira­ría, por los excesos y por la pérdida de las cualidades de mando. El poder real podía pasar del gobernante a otros miembros de su propio grupo, si cabía suponer que más tarde o más temprano la dinastía sería reem­plazada por otra formada de manera semejante. Cuando sucedía tal cosa, podía desaparecer no sólo el gobernante, sino también todas las personas en quienes se apoyaba su poder, así como la vida que éstos habían creado(…)”(HOURIANI, pp.24-25).
El relato histórico de Ibn Jaldún es en el fondo  pesimista, pero no intentó demostrar esto con una abstracción filosófica sino a través de teorizar sobre los hechos concretos.

El papel de la masa y el Estado

            Las dinastías, para lograr sus fines, necesitan el apoyo e impulso de un pueblo, por lo que en el relato de los acontecimientos el “príncipe” se vuelve un accidente, un aspecto externo de la historia. Son las masas las que hace la historia y esto está subrayado por que las causas profundas trascienden a los individuos.
            No existe un determinismo histórico que provoque automáticamente la caída de una dinastía. Un gobernante que logre el favor del pueblo, que sea capaz de generar un consenso sin abusar de la coerción logrará extender en el tiempo el mandato de la dinastía.
            "Por regla general, el hombre está necesariamente bajo la dependencia de otro. Si esta autoridad es suave y justa, si no se tiene que sufrir a causa de sus órdenes o prohibiciones, los que están sometidos a ella cuentan sobre su propio valor o cobardía. Están satisfechos, de que ningún freno les retenga, y esta confianza en sí mismos se ha conver­tido en una segunda naturaleza y no conocen otra cosa. Pero si esta autoridad y sus efectos se apoyan en la coacción, la tiranía y el temor, su energía quedará rota y desaparecerá su resistencia, a causa de la inercia que eso produce en las almas oprimidas, como demostraremos”. Así queda descripto el carácter del Estado en su doble función de consenso/coerción, que como hemos visto se desarrolla cuando las clase sociales se polarizan.
            Ibn Jaldún esboza la idea de la existencias de aparatos ideológicos como la educación y la religión que permite mantener controlada a la población “ Si la autoridad se apoya en la instruc­ción y la educación, y comienza desde la infancia, dejará algunas trazas en los espíritus, porque el hombre habrá sido educado en el temor y la obediencia y no contará en absoluto con su valor personal.(…)Por eso observamos que las gentes que, desde su infancia, están sometidas a una autoridad que trata de formar sus costumbres y ense­ñarles las artes, las ciencias y las prácticas de la religión, ven conside­rablemente disminuido su valor y apenas pueden apartar la agresión de cualquier manera que sea."
            En las breves líneas escritas sobre Ibn Jaldún hemos querido trasmitir su capacidad para plantear tesis sobre el movimiento histórico que anteceden en varios siglos a similares propuestas en el mundo occidental. Sus aportes, sin embargo,  no tuvieron eco en su época y recién serán conocidos en Europa  en el siglo XIX. 

*Profesor de historiología en formación docente.
Bibliografía citada
HOURIANI, Albert (2008), La historia de los árabes, Montevideo, Zeta
IBN JALDUN Introducción a la Historia universal
SANZ, Víctor (1985) La historiografía en sus textos: desde sus orígenes hasta el Renacimiento, Caracas
ZERAOUI, Zidane  (2004) Repensar la historia del pensamiento. Los aportes de Ibn Jaldún. en Espacio Abierto, julio-septiembre, año/vol. 13, número 003 . Maracaibo, Venezuela

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