LA HISTORIOGRAFÍA
URUGUAYA EN EL SIGLO XIX
Prof. Líber Romero *
Hacia
finales del siglo XIX Uruguay experimenta un cambio en sus fuerzas productivas
que se acomodan a las demandas del mercado mundial, en particular de
Inglaterra. Bajo los gobiernos de Latorre y Santos se realizan un conjunto de
mejoras de los aparatos estatales y especialmente bajo el segundo se realiza
una propaganda oficiosa del régimen y de la nacionalidad.
Una tradición inventada
Hobsbawn llama “tradición inventada” a “un
conjunto de prácticas, normalmente gobernadas por unas reglas abiertas o
tácitamente aceptadas y de una naturaleza ritual o simbólica, el cual busca
inculcar ciertos valores y normas de conducta por repetición, que
automáticamente implica continuidad con el pasado.” Las tradiciones inventadas
son las respuestas a lo nuevo pero que se asumen como referenciales del pasado
y se tratan de imponerse a través de la repetición. La tradición es una
manifestación ideológica en donde se impone prácticas fijas, altamente formalizadas.
La
construcción de un Uruguay nacido como pueblo-nación anterior al Estado aparece
sobre finales del siglo XIX. Un pueblo que fue conformando sus características
en el enfrentamiento al dominio hispánico, porteño y luso-brasilero. La figura
de un héroe por encima y anterior a los partidos funciona como emblema (un
Artigas que es despojado de su contenido económico-social)
La historiografía
uruguaya
“Pensar
en la historiografía uruguaya es, en primer término, partir de la negación de
lo latinoamericano. Su ubicación geográfica, la peculiaridad del proceso de
colonización de estas comarcas ele filiación borbónica, la ausencia de
tradiciones indígenas y el surgimiento de la nacionalidad como un proceso de
definición de una conciencia colectiva que se quiso a sí misma distinta y
autónoma, tendieron a vigorizar el concepto de la historia patria, en
detrimento de nociones más amplias y generalizadoras donde el destino de la
nación podría haber encontrado posibilidades más prometedoras.(…) En su
cerrarse a lo latinoamericano, en la convicción de ser distinto, el Uruguay se
niega a sí mismo como sujeto de la acción del imperialismo, que conceptualiza
vagamente en sus diversas expresiones y tiempos.
Es
como si lo español hubiera condicionado poco, y el imperialismo británico
hubiera sido demasiado coincidente con las apetencias internas de los grandes
protagonistas locales. Todo esto en un medio donde el componente indígena no
cuenta y los pueblos de color sólo interesan a los efectos de la comprensión de
su folklore.(…) De inspiración idealista, es una historia con un fuerte
contenido de clase. La visión del patriciado crecientemente aburguesado que fue
el rasgo distintivo de la clase alta de la provincia-nación desde la colonia.
Si
un proyecto social tiene esta historiografía es precisamente el de servir de
base firme a una identidad que no quiere cambiar. "Tacita de Plata",
"Suiza de América", la niña crecida que fuera otrora "benjamina
de España", trasunta una confianza básica y esencial en que los tiempos
difíciles quedaron atrás y que siempre dejaron algo de positivo, los días
aciagos, enseñanzas benéficas, a fracciones políticas elevadas a la categoría
de partido, que avalados por la tradición hacían la rica experiencia de la coparticipación”
(SOLER, p.9-10)
Los primeros pasos
El
desarrollo de un relato histórico en la
Banda Oriental es anterior a la época que tratamos como podemos ver en cronistas como Dámaso A.
Larrañaga (1771 – 1848)( “Apuntes históricos sobres el descubrimiento y población
de la Banda Oriental del Río de la Plata y las ciudades de Montevideo, Maldonado,
Colonia, etc.”), Juan Manuel de la Sota (+ 1858)”“Historia del territorio
oriental del Uruguay” o Isidoro de María Rasgos biográficos de hombres notables
de la República Oriental del Uruguay”, su “Montevideo Antiguo” y sus “Anales de
la Defensa de Montevideo”. (1815 – 1906)” “En general, estas obras son el
resultado del esfuerzo de hombres carentes de formación histórica sistemática y
adecuada, pero interesan por el entusiasmo que exteriorizan y porque nos ponen
en la senda de ese carácter artesanal propio de la historiografía nacional
hasta nuestros días.”(SOLER)
Aparece
luego un conjunto de autores que intenta hacer una historia razonada: Alejandro
Magariño Cervantes (1825 - 1893) o Francisco Berra (1844 - 1906). La valoración
sobre Artigas de este último será discutida por Carlos María Ramírez (1848 –
1898).
La historiografía
nacionalista
La
influencia de las corrientes provenientes del viejo continente se hizo sentir
rápidamente. El positivismo recalaba en instituciones como el Club
Universitario y el Ateneo. Los intelectuales uruguayos estuvieron siempre muy
atento a lo último de la producción científica, literaria y filosófica Es un
dato interesante saber que la primera mención en Uruguay de un texto de Marx lo
hace José P. Varela en una reseña bibliográfica, aunque el marxismo llegara
como teoría con los emigrantes y se desarrollaran sobre finales de siglo en
clubes de lectura (semilla de la futura fundación del Partido Socialista)
El
Romanticismo se expresara en particular en su veta nacionalista y conservadora.
La obra de Juan Zorrilla de San Martín (1855 –1931) “Tabaré” y “La leyenda
patria” se encuadran en una visión que
buscaba encontrar las raíces de nuestra nacionalidad con anterioridad a la
constitución como Estado. Tabaré hijo de indígena (Charrúa y no Guaraní) y
española representa esa particular mezcla constitutiva de la nación.
Esta
idea romántica en la historiografía se plasmará en la obra de Francisco Bauzá
(1849-1899):“Historia de la Dominación Española en el Uruguay”. La nación
oriental precede a su constitución como Estado, en una visión teleológica y
fatalista. En la obra vemos aparecer la
hipótesis que un ideal de provincia nación autónoma, en donde Artigas aparece
como el caudillo. Héroe romántico (idealista y derrotado) que asume el papel de
conductor.
En
una veta erudita Eduardo Acevedo (1857-1948), escribió “Anales Históricos del Uruguay” en donde reunió información sobre nuestro
país, que ha servido de referencia para obras posteriores.
Cerrando
este primer ciclo de nuestra historiografía aparece la obra “El gobierno
colonial y los orígenes de la nacionalidad”,
de Pablo Blanco Acevedo (1880 –
1935). La tesis de la conformación de la nación como producto de nuestro
enfrentamiento con Buenos Aires tiene su origen en la misma (tesis ha
pervivido de diferente forma a través del tiempo).
En
el siglo XX la historiografía se irá profesionalizando y las distintas
corrientes europeas tendrán su correlato nacional.
*Profesor
de historiología en formación docente
Bibliografía citada
HOBSBAWM, Eric, RANGER, Terence, La invención de
la tradición, Barcelona, CRITICA, 2005
SOLER,
Leticia, Historiografía uruguaya contemporánea (1985-2000), Montevideo, Trilce,
2000
Publicado
en El Popular. Semanario, Uruguay, 20 de marzo de 2014, N 260, 3ra época
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