viernes, 28 de marzo de 2014

LA HISTORIOGRAFÍA URUGUAYA EN EL SIGLO XIX



LA HISTORIOGRAFÍA URUGUAYA EN EL SIGLO XIX
Prof. Líber Romero *
Hacia finales del siglo XIX Uruguay experimenta un cambio en sus fuerzas productivas que se acomodan a las demandas del mercado mundial, en particular de Inglaterra. Bajo los gobiernos de Latorre y Santos se realizan un conjunto de mejoras de los aparatos estatales y especialmente bajo el segundo se realiza una propaganda oficiosa del régimen y de la nacionalidad. 
Una tradición inventada
 Hobsbawn llama “tradición inventada” a “un conjunto de prácticas, normalmente gobernadas por unas reglas abiertas o tácitamente aceptadas y de una naturaleza ritual o simbólica, el cual busca inculcar ciertos valores y normas de conducta por repetición, que automáticamente implica continuidad con el pasado.” Las tradiciones inventadas son las respuestas a lo nuevo pero que se asumen como referenciales del pasado y se tratan de imponerse a través de la repetición. La tradición es una manifestación ideológica en donde se impone prácticas fijas, altamente formalizadas.
La construcción de un Uruguay nacido como pueblo-nación anterior al Estado aparece sobre finales del siglo XIX. Un pueblo que fue conformando sus características en el enfrentamiento al dominio hispánico, porteño y luso-brasilero. La figura de un héroe por encima y anterior a los partidos funciona como emblema (un Artigas que es despojado de su contenido económico-social)
La historiografía uruguaya
“Pensar en la historiografía uruguaya es, en primer término, partir de la negación de lo latinoamericano. Su ubicación geográfica, la peculiaridad del proceso de colonización de estas comarcas ele filiación borbónica, la ausencia de tradiciones indígenas y el surgimiento de la nacionalidad como un proceso de definición de una conciencia colectiva que se quiso a sí misma distinta y autónoma, tendieron a vigorizar el concepto de la historia patria, en detrimento de nociones más amplias y generalizadoras donde el destino de la nación podría haber encontrado posibilidades más prometedoras.(…) En su cerrarse a lo latinoamericano, en la convicción de ser distinto, el Uruguay se niega a sí mismo como sujeto de la acción del imperialismo, que conceptualiza vagamente en sus diversas expresiones y tiempos.
Es como si lo español hubiera condicionado poco, y el imperialismo británico hubiera sido demasiado coincidente con las apetencias inter­nas de los grandes protagonistas locales. Todo esto en un medio donde el componente indígena no cuenta y los pueblos de color sólo interesan a los efectos de la comprensión de su folklore.(…) De inspiración idealista, es una historia con un fuerte contenido de clase. La visión del patriciado crecientemente aburguesado que fue el rasgo distintivo de la clase alta de la provincia-nación desde la colonia.
Si un proyecto social tiene esta historiografía es precisamente el de servir de base firme a una identidad que no quiere cambiar. "Tacita de Plata", "Suiza de América", la niña crecida que fuera otrora "benjamina de España", trasunta una confianza básica y esencial en que los tiempos difíciles quedaron atrás y que siempre dejaron algo de positivo, los días aciagos, enseñanzas benéficas, a fracciones políticas elevadas a la categoría de partido, que avalados por la tradición hacían la rica experiencia de la coparticipación” (SOLER, p.9-10)
Los primeros pasos
El desarrollo de un relato histórico  en la Banda Oriental es anterior a la época que tratamos  como podemos ver en cronistas como Dámaso A. Larrañaga (1771 – 1848)( “Apuntes históricos sobres el descubrimiento y población de la Banda Oriental del Río de la Plata y las ciudades de Montevideo, Maldonado, Colonia, etc.”), Juan Manuel de la Sota (+ 1858)”“Historia del territorio oriental del Uruguay” o Isidoro de María Rasgos biográficos de hombres notables de la República Oriental del Uruguay”, su “Montevideo Antiguo” y sus “Anales de la Defensa de Montevideo”. (1815 – 1906)” “En general, estas obras son el resultado del esfuerzo de hombres carentes de formación histórica sistemática y adecuada, pero interesan por el entusiasmo que exteriorizan y porque nos ponen en la senda de ese carácter artesanal propio de la historiografía nacional hasta nuestros días.”(SOLER)
Aparece luego un conjunto de autores que intenta hacer una historia razonada: Alejandro Magariño Cervantes (1825 - 1893) o Francisco Berra (1844 - 1906). La valoración sobre Artigas de este último será discutida por Carlos María Ramírez (1848 – 1898).
La historiografía nacionalista
La influencia de las corrientes provenientes del viejo continente se hizo sentir rápidamente. El positivismo recalaba en instituciones como el Club Universitario y el Ateneo. Los intelectuales uruguayos estuvieron siempre muy atento a lo último de la producción científica, literaria y filosófica Es un dato interesante saber que la primera mención en Uruguay de un texto de Marx lo hace José P. Varela en una reseña bibliográfica, aunque el marxismo llegara como teoría con los emigrantes y se desarrollaran sobre finales de siglo en clubes de lectura (semilla de la futura fundación del Partido Socialista)
El Romanticismo se expresara en particular en su veta nacionalista y conservadora. La obra de Juan Zorrilla de San Martín (1855 –1931) “Tabaré” y “La leyenda patria”  se encuadran en una visión que buscaba encontrar las raíces de nuestra nacionalidad con anterioridad a la constitución como Estado. Tabaré hijo de indígena (Charrúa y no Guaraní) y española representa esa particular mezcla constitutiva de la nación.
Esta idea romántica en la historiografía se plasmará en la obra de Francisco Bauzá (1849-1899):“Historia de la Dominación Española en el Uruguay”. La nación oriental precede a su constitución como Estado, en una visión teleológica y fatalista.  En la obra vemos aparecer la hipótesis que un ideal de provincia nación autónoma, en donde Artigas aparece como el caudillo. Héroe romántico (idealista y derrotado) que asume el papel de conductor.
En una veta erudita Eduardo Acevedo (1857-1948), escribió  “Anales Históricos del Uruguay”  en donde reunió información sobre nuestro país, que ha servido de referencia para obras posteriores.
Cerrando este primer ciclo de nuestra historiografía aparece la obra “El gobierno colonial y los orígenes de la nacionalidad”,  de  Pablo Blanco Acevedo (1880 – 1935). La tesis de la conformación de la nación como producto de nuestro enfrentamiento con  Buenos Aires  tiene su origen en la misma (tesis ha pervivido de diferente forma a través del tiempo).
En el siglo XX la historiografía se irá profesionalizando y las distintas corrientes europeas tendrán su correlato nacional.
*Profesor de historiología en formación docente
Bibliografía citada
HOBSBAWM, Eric, RANGER, Terence, La invención de la tradición, Barcelona, CRITICA, 2005
SOLER, Leticia, Historiografía uruguaya contemporánea (1985-2000), Montevideo, Trilce, 2000

Publicado en El Popular. Semanario, Uruguay, 20 de marzo de 2014, N 260, 3ra época

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